El ballet
Quién iba a pensar que Catalina de Médicis sería parte de la historia del ballet. Ni ella lo sospechó cuando organizó la fiesta de matrimonio de Margarita de Lorena, cuñada de su hijo Enrique III, en ese momento Rey de Francia, que había promeMdo hacer la mejor de las recepciones para lucirse ante los parisinos.
La preparación quedó en manos de la madre y la idea era hacer algo grandioso, una velada inolvidable
Catalina llamó a un compatriota – ella era italiana- que sabía mucho de música y danzas, y al que en Francia conocían como Beaujoyeulx. Le dio las indicaciones y atribuciones para que se esmerara en un espectáculo que se presentaría el día del matrimonio. El resultado fue el Ballet Comique de la Reine, una comedia que se ofreció a los invitados el 15 de octubre de 1581, en el Palacio del Louvre, donde se hicieron los festejos de la boda, marcando un hito en la historia de la danza. Esta es la fecha que se marca como el comienzo de la historia del ballet.
La aventura de la hechicera Circe conquistando a la Naturaleza con sus brujetrías y convirMéndose en la reina de las estaciones, se desarrolló con una coreograKa preparada especialmente. Es decir, con pasos y figuras que se habían estudiado y repasado, y que al repeMr la función debían hacerse igual.
Hasta ese momento el hombre bailaba a su modo siguiendo el ritmo de la música de acuerdo a su estado de ánimo.
Escena del Ballet Comique de la Reine, presentado en Paris, el 15 de Octubre de 1581, y considerado como el primer ballet de la historia
Luis XIV interpretando al Rey Sol.
Francia agradeció por esto a Luis XIV, un enamorado del baile que se hizo famoso a los catorce años al vesMrse de Apolo, rey del Sol de los griegos, en el Ballet de la Nuit, una representación simbólica de las distintas partes del día. Pasó a la historia como el Rey Sol, Catalina de Médicis y éste fueron pilares importantes en el danzar del hombre que desde siempre se comunicó a través del baile, pero un baile dedicado a los dioses a quienes pedían lluvia, paz, fertilidad.
El ballet duró ocho o doce horas (no está claro) y se representó en medio del salón que sirvió, al mismo Mempo, de escenario y de platea. El concepto de proscenio nació mucho después, en 1636, en el Palais Cardinal de Richelieu. Allí los espectadores quedaban abajo y los arMstas en una plataforma elevada.
Lo importante del Ballet Comique de la Reine fue que por primera vez el elenco se somete a a una coreografía, o lo más parecido a ella. Por eso, desde la perspectiva del ballet fue relevante el matrimonio de Margarita de Lorena, así como la gestión de Luis XIV, que en 1661, ya en posesión del trono que había heredado a los cuatro años, funda la Academia Real de la Música -actual ópera de París-, y Beauchamp, un coreógrafo protegido suyo, crea un método con los ejercicios básicos y la definición de las cinco posiciones fundamentales de los pies.
Estos pasos serían la base para el vocabulario de la danza clásica. Universalmente se reconoce esa fecha como el renacimiento de la danza en Francia. Desde entonces el ballet deja sus huellas italianas, que había traído Catalina de Médicis, para imponer un lenguaje francés conocido en el mundo. Todos los términos, con excepción de la palabra «ballet» que deriva del italiano y significa «bailar», son franceses y se usan en ese idioma, sin traducción (pas de deux, pas de quatre, jeté, pirouenes). Los bailarines, cualquiera sea su nacionalidad, se entienden de esa forma.
Francia agradeció por esto a Luis XIV, un enamorado del baile que se hizo famoso a los catorce años al vesMrse de Apolo, rey del Sol de los griegos, en el Ballet de la Nuit, una representación simbólica de las distintas partes del día. Pasó a la historia como el Rey Sol, Catalina de Médicis y éste fueron pilares importantes en el danzar del hombre que desde siempre se comunicó a través del baile, pero un baile dedicado a los dioses a quienes pedían lluvia, paz, fertilidad.
Luis XIV interpretando al Rey Sol.
Y en este recordar de hechos históricos relevantes del ballet hay que destacar: la presentación de El burgués gentilhombre de Moliére en 1670, una comedia que incluye secuencias de música y danza; también la aparición en 1681 de las primeras bailarinas en El triunfo del amor de Jean Baptiste Lully; la inauguración de la Escuela de ópera de París (1713) y la primera coreografía creada por una mujer, Marie Sallé (1734), que hizo una revolucionaria adaptación al lenguaje dancístico de una fábula de Pigmalión.
La estrella de la danza hacía su aparición
Y como ocurre hasta nuestros días, surgieron las rivalidades. Marie Sallé y Marie Anne de Cupis de Camargo eran las mejores alumnas de la misma maestra, Françoise Prevost. Claro que eran totalmente distintas; no sólo en el estilo, sino en el físico y la personalidad. La Camargo era independiente, mundana, extrovertida, favorita de París. La Sallé era retraída, seria, reservada, modelo de rectitud y admirada en Londres.
Cuando la Sallé presentó su «Pigmalión», hizo el rol de la estatua del escultor que se convierte mágicamente en mujer. La descripción del traje y la reacción posterior es un peldaño que tiene mucha significación. Para representar al personaje, en lugar de las pelucas y el vestuario acostumbrado, usó un vestido de muselina, zapatos sin tacones y dejó su pelo libre sobre los hombros. No quiso usar joyas ni adornos. Esta imagen enloqueció a los ingleses que se peleaban en las calles para verla en el Covent Garden. Y tras el escenario y en los camarines de la ópera de París se vivía otra película. Sus Protagonistas: la Camargo, gran bailarina, virtuosa y dispuesta a demostrar su talento; y Françoise Prevost, la profesora, que al comprobar la gracia y cualidades de la joven, temió perder el puesto y sin mayores explicaciones la sacó de la primera línea colocándola en la última fila. Una noche uno de los bailarines se demoró en hacer su entrada y ella rápidamente se abrió Paso Y ejecutó con maestría el «solo» correspondiente al bailarín. Fue el trampolín para su coronación. Tanto que Voltaire dijo: “Baila como hombre”. Con esto quería decir que era la primera mujer en alcanzar la técnica brillante que hasta entonces sólo se había visto en un bailarín.
Y en este recordar de hechos históricos relevantes del ballet hay que destacar: la presentación de El burgués gentilhombre de Moliére en 1670, una comedia que incluye secuencias de música y danza; también la aparición en 1681 de las primeras bailarinas en El triunfo del amor de Jean Baptiste Lully; la inauguración de la Escuela de ópera de París (1713) y la primera coreografía creada por una mujer, Marie Sallé (1734), que hizo una revolucionaria adaptación al lenguaje dancístico de una fábula de Pigmalión.
La estrella de la danza hacía su aparición
Y como ocurre hasta nuestros días, surgieron las rivalidades. Marie Sallé y Marie Anne de Cupis de Camargo eran las mejores alumnas de la misma maestra, Françoise Prevost. Claro que eran totalmente distintas; no sólo en el estilo, sino en el físico y la personalidad. La Camargo era independiente, mundana, extrovertida, favorita de París. La Sallé era retraída, seria, reservada, modelo de rectitud y admirada en Londres.
Cuando la Sallé presentó su «Pigmalión», hizo el rol de la estatua del escultor que se convierte mágicamente en mujer. La descripción del traje y la reacción posterior es un peldaño que tiene mucha significación. Para representar al personaje, en lugar de las pelucas y el vestuario acostumbrado, usó un vestido de muselina, zapatos sin tacones y dejó su pelo libre sobre los hombros. No quiso usar joyas ni adornos. Esta imagen enloqueció a los ingleses que se peleaban en las calles para verla en el Covent Garden. Y tras el escenario y en los camarines de la ópera de París se vivía otra película.
A la izquierda Marie Salle, a la derecha Marie Camargo
A la izquierda Marie Salle, a la derecha Marie Camargo
Sus Protagonistas: la Camargo, gran bailarina, virtuosa y dispuesta a demostrar su talento; y Françoise Prevost, la profesora, que al comprobar la gracia y cualidades de la joven, temió perder el puesto y sin mayores explicaciones la sacó de la primera línea colocándola en la última fila. Una noche uno de los bailarines se demoró en hacer su entrada y ella rápidamente se abrió Paso Y ejecutó con maestría el «solo» correspondiente al bailarín. Fue el trampolín para su coronación. Tanto que Voltaire dijo: “Baila como hombre”. Con esto quería decir que era la primera mujer en alcanzar la técnica brillante que hasta entonces sólo se había visto en un bailarín.
Jean George Noverre y Marie Maglioni
El llamado “ballet d’acMon” que impulsó Noverre luego de imponerlo en Stungart esta en pleno desarrollo, Su lema era: “el ballet es una acción explicada por la danza.”
Llegamos a fines del siglo XVIII y principios del XIX. Los teatros florecen otra vez. En Francia la novedad de la ópera de París se llama Marie Taglioni, que en 1831 presenta la obra de Meyerbeer, Roberto el diablo. Marie Taglioni no bailaba, sino volaba en los escenarios, despojándose a exigencias de su padre, Filippo, que era el coreógrafo, de todo vestigio de sensualidad. Tan volátil la quería el papá que la hizo despegarse del suelo, para lo cual fabricó en forma artesanal y casera la primera zapaMlla de punta. Pensando y probando se dieron cuenta de que la mejor forma para empinarse era bordar muchas veces la punta de una zapaMlla. El resultado fue magnífico. Al público le encantó esta nueva forma y vibró especialmente con La sílfide (precursora de Las sílfides) en la que un hombre se enamora de un ser irreal.
Se hizo famosa por un paso que se denomina entre-chat-quatre, que consiste en cruzar las piernas en el aire. Para ser apreciado se acortó las faldas hasta las pantorrillas y eliminó el taco.
Los antagonismos en el curso de la historia seguirían. Posteriormente, y justo el año de la Toma de la Bastilla (1789), nace La fille mal gardèe, un ballet cómico siempre presente en los escenarios del mundo, cuya coreografía pertenecía a lean Dauberval, que se inspiró mientras miraba la vitrina de una tienda. De repente se fijó en un dibujo en que aparecía una viejecita lanzando un sombrero a un joven. En cuanto llegó a su casa trabajó en la idea que le resultó genial. Aun cuando se perdió la coreografía original, todas las compañías tienen en su repertorio la historia de los enamorados que frustraron los planes de la madre de la niña, obsesionada en casarla con un muchacho millonario. Es el ballet más antiguo que se representa en la actualidad. Y el primero que se refirió a personajes de carne y hueso. Hasta ese momento eran seres mitológicos los que poblaban el mundo de la danza.
El llamado “ballet d’acMon” que impulsó Noverre luego de imponerlo en Stungart esta en pleno desarrollo, Su lema era: “el ballet es una acción explicada por la danza.”
Llegamos a fines del siglo XVIII y principios del XIX. Los teatros florecen otra vez. En Francia la novedad de la ópera de París se llama Marie Taglioni, que en 1831 presenta la obra de Meyerbeer, Roberto el diablo. Marie Taglioni no bailaba, sino volaba en los escenarios, despojándose a exigencias de su padre, Filippo, que era el coreógrafo, de todo vestigio de sensualidad. Tan volátil la quería el papá que la hizo despegarse del suelo, para lo cual fabricó en forma artesanal y casera la primera zapaMlla de punta. Pensando y probando se dieron cuenta de que la mejor forma para empinarse era bordar muchas veces la punta de una zapaMlla. El resultado fue magnífico. Al público le encantó esta nueva forma y vibró especialmente con La sílfide (precursora de Las sílfides) en la que un hombre se enamora de un ser irreal.
El romanticismo arrasa, y con el ballet se obtiene un pasaporte para soñar. Los artistas sueñan, subliman el ideal de pureza y la inocencia femenina, Los románticos quieren un mundo distinto, espiritual y al no encontrarlo en la tierra lo buscan en otros lugares. Pura, etérea y famosa, la Taglioni es una gran representante de esta época con seguidores en todo el mundo. Se cuenta que una vez, estando en Rusia en una gira, su carruaje fue asaltado cerca de San Petersburgo; los ladrones la reconocieron y no aceptaron sus joyas y dinero, sino que la obligaron a bailar para ellos. Fascinados los delincuentes improvisaron un escenario con mantas. Finalizada la insólita función permitieron que el grupo siguiera intacto su camino. Claro que el jefe de los bandidos se quedó con las mantas como recuerdo.