Ballet en el alma

por Silvana Silveira 

Sábado, 15 de diciembre de 2007

Usted es la bailarina de más trayectoria internacional en la historia de la danza de Uruguay; sin embargo, la mayor parte de su carrera artística la desarrolló en Chile, donde fue nombrada Primera Bailarina Estrella. Interpretó como nadie los grandes clásicos del ballet del siglo xix y del siglo xx. fue musa de grandes coreógrafos contemporáneos que crearon piezas exclusivamente para ella. Deslumbró a balletómanos del mundo entero. En chile fue nombrada primera bailarina estrella -distinción que antiguamente se otorgaba a las primeras bailarinas más destacadas-. Desde 2006 es la Directora Residente de la compañía de Ballet Argentino de Julio Bocca. Es la bailarina, maestra y directora uruguaya que más pasos ha dado por el mundo. Al momento de la entrevista -que se realizó vía mail- acababa de llegar de Estados Unidos, después de una gira de casi dos meses que también pasó por Europa. Al día siguiente partía nuevamente de gira por Argentina, Bolivia y Chile. En medio de todo ese ajetreo, Sara Nieto se hizo un tiempo para repasar algunos momentos de su extraordinaria carrera.  Entrevista con Sara Nieto

De hecho, la propia artista uruguaya, radicada en Chile e invitada una vez más por el BNS, le dijo

¿Cómo vivió esa situación?

Si bien mi trayectoria internacional comenzó en 1980 -cuando me fui de Uruguay-, curiosamente mi carrera como bailarina se divide exactamente en los 16 años que viví en mi país y otros 16 que pasé mayormente en Chile, sin contar tres de esos años en Cincinnati, Estados Unidos, y el tiempo que pasaba trabajando en otras compañías de Europa y América. (claro que volvía a bailar a Montevideo casi todos los años). Cada una de las dos etapas me brindó distintas pero muy gratificantes experiencias. pero siempre sentí que debía representar a Uruguay. En los programas de cualquier país siempre exigí que dijera al comienzo de mi biografía “uruguaya”. Además, hace quince años que soy Agregada Cultural en la Embajada en Chile. Me ofrecieron la ciudadanía chilena, pero debieron entender que, aunque quiero mucho a Chile, no puedo resignar al país donde nací y me formé, al que le debo todo.

Cuando aceptó la invitación del Teatro Municipal de Santiago de Chile hacía 16 años que usted era primera bailarina en Uruguay. ¿qué evaluó a la hora de partir?

En primer lugar, si el Sodre no se hubiera incendiado, creo que probablemente no me habría ido nunca de Uruguay. Yo disfrutaba mucho el teatro, el ambiente, los compañeros, el hecho de hacer todo con mucho esfuerzo y que fuera reconocido. Es mi país y lo quiero mucho, tiene un público muy culto y muchos talentos artísticos. Pero al regreso de una gira por Estados Unidos, en 1980, me propusieron un contrato como Primera Bailarina en Chile, en un momento de gran expansión de su Teatro Municipal, y sin teatro con condiciones adecuadas en Montevideo. Trajeron grandes maestros, directores, coreógrafos y artistas internacionales, con quienes jamás podría haberme vinculado en Uruguay. Además, los artistas que venían, después me llevaban a bailar a sus países. De allí surgieron contratos para bailar en Estados Unidos, Europa y Sudamérica. También en Uruguay había llegado al extremo que me sentía demasiado mimada por el público. Como que todo les gustaba, lo hiciera bien o mal. Creo que si llegaba a estornudar en el escenario, les iba a gustar. y entonces era bueno desafiar nuevos públicos. Si bien tuve la posibilidad de radicarme en otros países, por mi familia, siempre preferí que mis hijos se criaran en Chile, un país muy parecido a uruguay.

La última vez que bailó, lo hizo en el Teatro Solís (el primero de diciembre de 1996), donde fue despedida entre flores y aplausos por el público montevideano. ¿qué es lo que más recuerda de esa última función?

En primer lugar, yo quería que mi última función fuera en el mismo escenario donde bailé por primera vez en público. Cuando tenía 4 años, la escuela de ballet a la que asistía en Montevideo realizaba su función de fin de año en el Solís, por lo tanto allí fue mi debut en un escenario. Y en santiago, por suerte, aceptaron que mi última función fuera en Montevideo. En Chile recibí un cariñoso homenaje de todos los artistas, Sécnicos y administrativos del teatro, junto a autoridades, que me nombraron ciudadana ilustre. Fue una función muy especial, con artistas invitados y un público maravilloso. Pero en Montevideo fue aún más emocionante, ya que el propio Presidente de la República, Julio María Sanguinetti, junto a su señora, el Intendente Mariano Arana y autoridades de distintos ministerios subieron al escenario, con diferentes galardones, haciéndome sentir muy honrada. Además del público que siempre se acuerda de mí, y al que le tengo tanto cariño y aprecio, mis amigos y familiares.

Recuerdo una crítica publicada en la revista posdata (escrita por Lucía Calamaro) en la cual la crítica de danza se preguntaba si alguien había visto los ojos de Sara Nieto mientras bailaba por última vez. Usted, luego de la función, le entregó sus zapatillas a Ramón Mérica, un reconocido crítico. ¿qué papel jugó la crítica en su carrera y qué papel le asigna?

Si bien nunca recibí críticas malas, no acostumbraba a leerlas nunca. Más que nada me llegaban los comentarios que de ellas hacía mi esposo, o algún amigo. Yo siempre bailé para el público, nunca para la crítica. Además quien lee las críticas debe aceptar las buenas y las malas. Pero para mí la crítica es sólo una opinión personal, respetable claro, pero no más que eso.

Washington Roldán mencionaba como la cumbre de su carrera interpretativa el papel de Anna Karenina. ¿cuáles fueron los roles que le dieron mayor satisfacción?

Creo que los grandes clásicos del siglo xx, como Romeo y Julieta, La Fierecilla Domada, La Cenicienta, Eugenio Oneguin, y también los tradicionales del siglo xix: El Lago de los Cisnes, Cascanueces, Don Quijote, Bella Durmiente. También obras contemporáneas de Balanchine, Ben Stevenson, Nebrada, Cranko. y tuve además el privilegio de que grandes coreógrafos crearan obras especialmente para mí.

Dejar las puntas

¿Qué debería tener en cuenta un bailarín al momento de retirarse?

Para empezar haber disfrutado de su carrera, y darse cuenta de que es mejor dejar al público y no la otra alternativa. siempre es más gratificante escuchar “no debería retirarse todavía”, y no “qué pena que da, ya no es la misma”. En mis dos funciones de despedida, todos lloraban y me preguntaban por qué yo estaba contenta, feliz. Mi respuesta es que había hecho todo, sin fijarme metas, y no me había quedado tarea pendiente. ¡cómo no iba a estar feliz!

¿Cómo vive el retiro de los escenarios de Julio Bocca, dada la estrecha relación que mantiene con él como Directora de su compañía el Ballet Argentino?

El también está feliz. una carrera inigualable: veinte años como primer bailarín de American Ballet Theatre (el ballet de las estrellas), Bailó por todo el mundo con los más grandes artistas, coreógrafos y directores. Además es quien ha popularizado más el ballet en Argentina y Sudamérica. Y éste es un mérito que todos los que estamos en el mundo del ballet debemos apreciar y agradecer. Convocó multitudes en plazas, estadios, incluyendo a muchos que nunca se habían acercado a ver ballet antes. Junto a Nureyev ha sido el bailarín que más presentaciones hizo en la historia. Y además se retira en lo mejor de su carrera. en lo más alto.

¿Cómo se dirige una compañía?

En mi caso yo estoy a cargo de las dos clases diarias y los ensayos (a veces compartidos con Julio). El está más comprometido con la programación. Seguramente el año que viene voy a tener más responsabilidades, pero no creo que Julio se aleje mucho, ya que el Ballet Argentino y su Escuela son sus proyectos más queridos. Al menos eso espero. No hay que olvidarse de que en estos momentos es la compañía que realiza más funciones en el mundo, alrededor de 200 por año, con un repertorio muy interesante. coreografías de Twyla Tharp, Alvin Ailey, con obras que no tienen otras compañías sudamericanas. Y ballets creados especialmente, como Boccatango, el Hombre de la Corbata Roja, Adiós Hermano Cruel. Con un grupo de bailarines jóvenes muy talentosos y que este año, después de tres giras por Europa y Estados Unidos, recibe la aclamación del público permanentemente en todas partes.

¿cCmo es un día de trabajo con el ballet argentino? ¿Es muy estricta como directora?

Sólo lo justo. creo que en estos tiempos no se resiste una tiranía como antes en las compañías de ballet, pero tampoco se puede ser una mamá complaciente. De todos modos los bailarines necesitan una disciplina, pero de acuerdo al siglo xxi. todos los días tenemos clase de training en la mañana, después ensayo, y como casi todos los días hay funciones, otra clase más corta antes de la función.

Dijo alguna vez que cuando vio por primera vez a Julio Bocca enseguida supo que estaba frente a un talento descomunal. ¿Qué vio en él en ese momento? ¿Ha reconocido ese raro fulgor de estrella en algún otro joven?

Yo lo conocí cuando fui a bailar por primera vez a Buenos Aires, en 1985. Tomando la clase de training en el Colón, antes de la función, justo a mi lado estaba un chico con unas condiciones increíbles, una energía como pocas veces había visto, ganas de trabajar y un virtuosismo técnico asombroso. Salí del teatro y le dije a mi esposo, Luciano, que me estaba esperando afuera: “descubrí al nuevo Barishnykov. Nunca había visto nada igual tan cerca de mí”. conversamos y me contó de sus aspiraciones. Pocos meses después ganó la medalla de oro en Moscú y Barishnykov, que dirigía el American Ballet Theatre, lo contrató como primer bailarín. un ascenso fulminante. Después nos cruzamos en funciones en otros países. Nos hicimos amigos. y tuve la suerte de bailar con él varias veces en Santiago. Mi recuerdo es especial para El Lago de los Cisnes que hicimos completo, transmitido por televisión en directo, marcando un récord histórico de sintonía, donde descubrí que era además de una bella persona, un gran caballero en el escenario. se transformó en uno de mis partenaires favoritos.

Como en el fútbol

Cuéntenos sobre las facetas de su carrera que ha desarrollado más plenamente luego de dejar de bailar.

En particular, poder enseñar. transmitir todos mis conocimientos. Poder ayudar a progresar a un artista, ver los detalles de un montaje, colaborar desde detrás del escenario para que todo salga perfecto. Es algo que me hace sentir muy bien. no soy para nada egoísta, quiero entregar todo lo que sé y poder colaborar para que el público disfrute a pleno.

¿Cómo le resultó el cambio ‘de Sylphide a empresaria’, dejar el escenario para estar al frente de una escuela con más de doscientos alumnos?

Muy difícil. Es otro mundo. si no fuera por mi esposo (que me ayudó en todo el aspecto administrativo y la implementación técnica para contar con la última tecnología en pisos, espejos, etcétera) hubiera sido imposible. Claro que hace unos seis años decidimos expandirnos aún más. ya que en Chile no era fácil conseguir artículos para danza de calidad y a precios razonables, obtuvimos la representación exclusiva de la fábrica más grande de Sudamérica y nos instalamos con tiendas y distribuidoras en todo Chile. Por suerte nos ha ido muy bien y los bailarines y estudiantes han sido beneficiados.

Ha dicho que prefiere la escuela de Vaganova porque la encuentra muy limpia, depurada y sin exageraciones. Apelando a su gran conocimiento de las distintas escuelas de ballet, ¿Qué es lo que caracteriza a las más renombradas del mundo y las hace únicas?

Cuando pensé en abrir mi escuela, y dirigir la Escuela Nacional de Danza de Uruguay, estudié mucho. Cada escuela tiene su particularidad, y si bien la inglesa, la francesa, la rusa tienen sus características, siempre hay una que va más con las preferencias del maestro. Además son muy dinámicas: hay que estar al día. Hoy no se enseña una clase como hace diez años. Hay que seguir estudiando siempre.

No es posible hablar de una escuela uruguaya de ballet. Sin embargo, sí debe existir algo que caracterice a los bailarines uruguayos. ¿cuáles cree que son sus principales características?

En primer lugar su histrionismo. Lamentablemente la condición de país chico no nos permite en esta época que vengan grandes directores, coreógrafos, maestros o artistas invitados que podrían ayudar a desarrollar más este arte. Tuvimos una gran época de gloria hace un tiempo, cuando el Sodre contaba con bailarines como Eduardo Ramírez, Margaret Graham, Tito Barbón, Olga Bérgolo, Tola Leff, Raúl Severo, coreógrafos como Yurek Shabelewsky, William Dollar, Tamara Grigorieva, maestras como María Ruanova, Tatiana Leskova. los espectáculos que se hacían con estos talentos fueron inolvidables y estoy segura que estábamos en un altísimo nivel internacional. El público agotaba las entradas y las temporadas tenían muchísimas funciones. Todo se hacía con mucho esfuerzo, pero también había mucho talento. Ahora pasa lo mismo que en el fútbol. Hace un tiempo éramos campeones mundiales, pero el marketing y el manejo económico nos alejó de todo. Exactamente lo mismo en el fútbol que en el ballet.

Humor en escena

Quienes la conocen personalmente destacan su sentido del humor. Supongo que debe ser importante contar con una generosa dosis de buen humor para sobrellevar los avatares de una carrera tan exigente como la que usted ha desarrollado. ¿qué papel jugó el humor en su carrera?

Fue fundamental. Además sé que es más difícil hacer reír que llorar, por lo tanto cuando hacía ballets como Rosalinda, La Fierecilla Domada, Papillon o Los Tres Mosqueteros me divertía mucho por mí, pero también por lo que disfrutaba el público. Cuando enseño, también aplico mucho el humor. A veces ridiculizar un paso o una mala posición de un bailarín lo hace darse cuenta más fácil del error que está cometiendo. Y además no me tomo en serio ni mi título de Primera Bailarina Estrella, ni tampoco los elogios desmedidos. Y en mi vida privada me divierto mucho, con mis amigos, con mi familia.

Leí en una nota que durante una función de Anna Karenina el tren que tenía que pasar, al que ella se arroja, no aparecía en escena en el momento esperado. ¿cómo se sobrellevan los contratiempos arriba del escenario?

Con mucha angustia. Pero hay que hacer lo posible para que el público no se dé cuenta. En el caso de esa función de Anna Karenina, se transmitía por televisión en directo a todo Chile, y justo en el final el tren que tenía que entrar al escenario quedó atascado y no aparecía. El libro de Tolstoi dice que Anna se suicida lanzándose a las ruedas del tren, por lo tanto sería absurdo pretender cambiar el final clavándome un cuchillo o tomando veneno. Entonces hay que improvisar y hacer mucha mímica. Esa vez fueron segundos pero pa-recieron horas.

Se suelen hacer bromas entre bailarines, sobre todo el día en que bajan las funciones. ¿recuerda alguna en particular?

Muchas. en particular con quien era el director de orquesta, nuestro compatriota Miguel Patrón. a veces él me cambiaba la partitura o alargaba el acorde final, lo que me obligaba a permanecer en poses interminables. Con los otros bailarines entrábamos por las puertas que no correspondían, desconcertándolos. O con un cubito de hielo que le poníamos en la ropa. También con la mano encremada, lo que le daba al partenaire una sensación muy extraña. También jugábamos mucho con el maquillaje. siempre en la última función de una temporada, y sin que el público se diera cuenta, esto era lo más importante.

Fue directora académica de la Escuela Nacional de Danza ¿cómo se las ingenió para dirigir a distancia? ¿cuáles fueron sus mayores logros en esa institución?

Los viajes nunca fueron un problema. Ya estaba acostumbrada a ellos cuando bailaba. Pero por suerte conté con Mónica Díaz que coordinaba todo el trabajo. creo que el logro que conseguimos con mónica fue afianzar la escuela. Y además que todos los egresados de esos seis años entraron en compañías importantes e hicieron carreras internacionales. Incluso en la compañía del Ballet Argentino hay egresados de la escuela.

¿Qué podría sacar al sodre de la situación de estancamiento que padece?

Lamentablemente estoy un poco alejada de la realidad del Sodre. pero lo importante es poder, con las condiciones disponibles, reunir talentos y convocar al público para que el ballet tenga el lugar que se merece y que todos puedan disfrutar de un arte sublime. yo estoy dispuesta colaborar, como siempre lo hice, de corazón.

Gracias a la vida (y al trabajo)

Dio sus primeros pasos con sólo tres años: ¿qué significaba el ballet en ese momento y qué significa ahora?

Siempre fue mi pasión. Cuando tenía que ir a la escuela de danza del sodre, adelantaba a escondidas el reloj que había en el living de mi casa en Malvín para llegar antes. Pero con el tiempo pasó a ser la mitad de mi vida, la otra mitad son mi esposo, mis hijos, mis nietas y mis amigos.

¿Cuáles fueron los maestros que más la marcaron y qué enseñanzas jamás olvida?

Debería partir por mi querido maestro Eduardo Ramírez, quien después, con el tiempo, se convertiría en mi director y partenaire. También María Ruanova, Yurek Shabelewsky en Uruguay. Ivan Nagy, quien me introdujo en el mundo internacional del ballet. Ben Stevenson, quien me enseñó lo importante de la actuación y el estilo, por sobre la técnica. Marilyn Burr era una excelente coach. Y muchos otros de los que siempre aprendí algo.

¿Qué le diría a las niñas que quieren ser bailarinas… y a sus mamás?

Para empezar hay que tener vocación. No es una carrera sacrificada si se tiene pasión por lo que se hace. Sé que diez o doce horas diarias en el teatro, los viajes, cuidarse en las comidas, hace que muchos lo vean como una actividad con demasiada dedicación. Pero yo no lo veo así. lo disfruté mucho. Pero si no se tiene la vocación, por ejemplo en el caso de mi hija Leticia, es mejor dedicarse a otra cosa: ella ahora es arquitecta, aunque estudió unos tres o cuatro años ballet, se dio cuenta de que era demasiado sacrificio para ella y no era su destino. Nunca la obligué a que siguiera. Las mamás tienen que apoyar a sus hijas si realmente les gusta, pero no forzarlas. Claro que es importante toda la familia. Yo tuve la fortuna de dar con mi esposo, Luciano (35 años de casados), quien resignó su propia carrera para apoyarme. he visto varios casos en que el machismo hizo que la carrera de una gran bailarina quedara en el camino.

¿Cuáles han sido las mayores dichas que le produjo su carrera, y las mayores desdichas?

Desdichas, ninguna. Dichas, todas. Creo que lo único que puedo ver como doloroso fue la época en que me lesioné en Santiago, Apenas había llegado y me obligó a estar unos meses fuera de actividad, después de una seria operación en un tendón. Pero el apoyo de mi familia, amigos y mi fuerza de voluntad lo deja en el recuerdo como una anécdota. Las veces en que por mis embarazos tuve que dejar el ballet un poco de lado fueron de las más felices de mi vida. Allí el ballet pasó a ser algo secundario. Aunque volví a trabajar a los quince días después del parto.

¿cuál considera que ha sido su mayor aporte al mundo de la danza?

Demostrar que con trabajo todo se consigue. Creo que es lo que quiero expresar. Nunca me creí con condiciones especiales. Sí que había que trabajar mucho para conseguirlo. Ojalá ése sea mi legado.

¿Qué le queda por hacer?

Nunca me fijé metas. Será lo que tenga que venir. a esta altura de mi carrera, después de todo lo que logré como bailarina, dirigir mi Academia en Santiago o el Ballet Argentino es algo que nunca imaginé. Julio Bocca, el mejor bailarín del mundo, podía elegir a quien quisiera para su compañía, en cualquier parte, sin embargo prefirió a esta uruguayita. después de eso, ¿qué más puedo pedir? d

silvana silveira. ha cursado estudios en la licenciatura de ciencias de la comunicación. ha trabajado como cronista en varios medios.

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